La productora rusa Mosfilm es tan antigua como el propio cine. Nació poco después de la proyección de los hermanos Lumiere en París en diciembre de 1895. A día de hoy, la compañía produce un centenar de obras audiovisuales al año.
Más allá de su inmenso patrimonio audiovisual a lo largo de más de un siglo de trabajo. Centro este post en la historia de su logotipo, ese que se ve en la cabecera de todas sus películas. Se trata de la imagen de una escultura que actualmente corona el edificio del Museo Manege de Moscú, El trabajador y la koljosiana y que fue símbolo de la etapa soviética en la Exposición Universal de París de 1937.
(…)El conjunto lo forman dos figuras bien conocidas, bien populares: un obrero y una campesina. Ambos levantan el brazo -brazo izquierdo del obrero, brazo derecho de la mujer- empuñando, respectivamente, un martillo y una hoz. No se dan la mano, sólo se rozan. No se miran a los ojos. Adelantan la pierna izquierda y derecha, en simetría, esbozando un movimiento de ballet marcial, el otro brazo hacia atrás a modo de ala desplegada. Son la Victoria de Samotracia del estalinismo, espolón de proa de la socialización. No se puede. ser espolón de proa y mirar hacia atrás, no se puede ser estalinista y memorizar el propio pasado (…)*
El arte, ya sea escultura, pintura o cine son herramientas de difusión cultural y política y El trabajador y la Koljosiana es un claro ejemplo y una maravillosa obra de arte, que lo primero no evita lo segundo. Además, en aquel momento, supuso una serie de avances técnicos en su contrucción. Y ésta fue posible gracias al trabajo de un equipo multidisciplinar formado por la escultora Vera Mukhina, el arquitecto Boris Iofán, el ingeniero metalúrgico Georgy Motovilov, entre otros. Todos ellos consiguieron colocar a la Unión Soviética en una posición destacada en el París de los años 30.
Quizá por eso, por toda esa carga simbólica de la pieza, la productora cinematográfica Mosfilm, tomase la escultura como su imagen de marca, queriendo inspirarse en una especie de metáfora que les hiciese llegar hasta al lugar, con sus obras audiovisuales, que ocupó y ocupa la escultura, tocando el cielo con los dedos.
*El texto completo sobre la escultura se publicó en El País el 17 de septiembre de 1982 bajo la firma del filosofo Eugenio Trías