Tres minutos de metraje encontrado…

Hace unos días un amigo me recomendó ver la película “Tres minutos: una exploración”. Me dijo: “Creo que te gustará, si no, de todos modos, es cortita.” Conociendo su criterio le respondí: “La veré y te cuento. ¡Gracias!”. La vi y se lo agradecí aún más.

Está disponible en Filmin “Tres minutos: una exploración” (2021, Bianca Stigter)

El punto de partida es el hallazgo de varios rollos de película Kodak de 16 mm., algunos en color y otros en blanco y negro. Los encontró, en 2009, Glenn Kurtz, en la casa de sus abuelos en Palm Beach Garden, Florida. No tenía ni idea de lo que contenían, pero poco a poco fue desgranando la historia que se había quedado congelada en esos rollos de celuloide. Probablemente el metraje total fuese más largo, pero por su estado de conservación quedó reducido a poco más de 3 minutos de película doméstica, recuerdo de un viaje por Europa. 

El abuelo de Glenn era David Kurtz, nacido en 1888 en Polonia, era un emigrante polaco, que llegó a EEUU con apenas 4 años con el resto de su familia. En los  años 30 del siglo XX, ya casado, vivía en Brooklyn, Nueva York.

En junio de 1938, compró una pequeña cámara de cine para aficionados. Se trataba de  la Magazine Ciné-Kodak, un modelo que Kodak lanzó en 1923 para aficionados a captar imágenes en movimiento, cuya novedad era que utilizaba una película reversible de 16 mm. en soporte de acetato de celulosa, denominado safety (seguro) en contraposición al nitrato, que en determinadas condiciones de temperatura y humedad era autocombustible. Es más que probable, que la cámara de David, de 1938, fuese el modelo evolucionado que se empezó a comercializar en 1936.

Sea como fuere, cuando adquirió la cámara, seguramente ya sabía que viajaría con su esposa y unos amigos, durante unas semanas por Europa aquel verano. El mismo verano, que sin saberlo aún, el continente se deslavazaría y acabaría en un genocidio y una ocupación fascista que marcaría una profunda herida en la historia de la humanidad.

En agosto de 1938, los Kurtz y sus amigos recorrieron Suiza, Países Bajos, Francia e Inglaterra, y de manera inesperada, incluyeron Polonia en su recorrido. Alquilaron un coche en Varsovia y recorrieron algunas pequeñas ciudades de su país de origen. 

ver nota al pie núm. 2

La película de Blanca Stigter se presenta como una clase magistral de cómo desarrollar una investigación fílmica basándose en el material original. Mientras, una voz en off relata cómo fueron identificando los lugares: la ciudad, las calles, el comercio y a las personas que saludan a la cámara a su paso. 

Cómo afrontaron algunas dificultades dentro del proceso, ya que el material estaba muy deteriorado afectado, en gran parte, por descomposición acética del celuloide (síndrome del vinagre), contraído, abarquillado, agrietado. Se podría decir que era un muestrario completo de los males que pueden llegar a afectar al soporte físico de una película. Sin embargo, siendo consciente de la importancia histórica de las imágenes, Glenn decidió depositar los rollos en el United States Holocaust Memorial Museum, donde se encargaron de restaurar, digitalizar y difundir el resultado con la colaboración de ColorLab. Y que actualmente se pueden ver online aquí y saber más sobre el material de archivo aquí.

A partir de esos 3 minutos de película, Glenn inició toda una investigación fílmica e histórica: ¿dónde estaban?, ¿qué lugar es el que sale en sus películas?, ¿Berezne? no, no lo era. ¿Nasielsk? La puerta tallada de una sinagoga le da la clave de la localización. Muchos de los niños y adultos que aparecen delante de la cámara eran judíos, al inicio de una mala época para serlo. La invasión nazi tardó poco tiempo en alcanzarles. 

Parte del metraje se había rodado en blanco y negro y parte en color. Y llama la atención la conservación de los rojos: el vestido rojo, el lazo rojo, las flores rojas… Es imposible no recordar a la niña del abrigo rojo en “La lista de Schindler” (1993, Steven Spielberg).

Lo curioso es que con ese breve metraje la directora consigue contar la historia en una pieza documental de poco más de una hora. En ella, repite esas imágenes centrando la atención cada vez en algo diferente. Juega con zooms, paneos, ampliaciones, cambios de velocidad, bucles y cambios de encuadre. Todo el montaje visual está acompañado de una narración a la que da voz Helena Bonham Carter, que avanza poco a poco, mientras entra y sale de la historia. Lo decora con algunas anécdotas de algunas de las personas que salen en las imágenes. La mayor parte, fallecidas, otras desaparecidas, pero todas y cada una con una pequeña historia de vida detrás. 

Notas al pie:

  1. Toda la investigación hecha por Glenn Krutz quedó recogida en el libro: Three minutes in Poland: discovering a lost world in a 1938 family film, que Glenn Krutz publicó en 2014.
  2. Mapa de Polonia: Poloniae regni amplissimi in quo abundantiam silvarum paradisum Venatorum, realizado por Eliasz Kanarek y Tadeusz Lipski en 1938, por encargo del gobierno de Polonia para la New York World’s Fair de 1939, para mostrar los recursos naturales de la nación representado a sus vecinos, Alemania y Rusia, de una forma poco amistosa. Por ello, durante la feria las delegaciones soviéticas y alemanas se incautaron de la mayoría de las copias.
    (aquí podréis leer más información sobre la historia que rodea a este mapa)
    (fuente: DPLA Digital Public Library of America. American Geographical Society Library Digital Map Collection)
  3. “El Cartógrafo, un mapa del universo dramático de Juan Mayorga”, de Zoe Martín Lago, sobre la obra teatral de Juan Mayorga, situada en un gueto judío de Varsovia.
  4. Un bonus track, una recomendación inspiradora de historias pequeñas que acaban siendo grandes. El podcast Historias de las buenas de Nuria Pérez y su equipo.“La niña de los ojos verdes”, empieza con la historia de una escritora que fracasa en la presentación pública de su primer libro y te lleva la mano a un gueto judío de la Polonia invadida por los nazis.

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