Alma Reville, además de ser la esposa del «Maestro del suspense», destacó no sólo porque desarrolló y ejerció una notable influencia en la obra de su marido, si no que cultivó su propia carrera cinematográfica, antes y después de contraer matrimonio en 1926. Sin duda fue una de las mujeres pioneras del cine.
Alma comenzó como asistente de montaje, un trabajo tradicionalmente considerado «de mujeres» desde los primeros tiempos del cine, a los 16 años en los Twickenham Studios, donde su padre desempeñaba tareas dentro del departamento de vestuario. Posteriormente fue secretaria de edición. Hechos estos que hicieron que, cuando Alma y Alfred se conocieron, a principio de los años 20’s, ella tuviese una experiencia más amplia y rica que su futuro marido. Así que, él supo aprovechar esa experiencia desde su primera película, The Pleasure Garden, en la que ella fue asistente de dirección.
En el viaje de vuelta desde Alemania a Inglaterra, Hitchcock le pidió que se casasen, y desde ese momento, Alma trabajó en casi todas las películas de su marido, a veces acreditada y otras veces de manera más informal. En ellas ejerció de revisora de los guiones, de script, de responsable de la continuidad y del sonido durante los rodajes… El talento de la Sra. Hitchcock resultaba evidente, hasta tal punto que los expertos de la época decían que «el toque Hitchcock tenía cuatro manos y dos de ellas eran las de Alma Reville».
La sra. de Hitch construyó su carrera también colaborando con otros directores, así escribió guiones y realizó otras labores técnicas en The Constant Nymph, The First Born y After the Verdict, entre otras.